Ya me rondaba por la cabeza escribir el artículo ¿De qué están hechos los niños?, pero cuando definitivamente terminé de darle forma a mis pensamientos, fue a raíz de ver por azar, el cortometraje animado “Cuerdas” que tiene como protagonistas a María y Nicolás, un niño con parálisis cerebral.
La rutina de María en el orfanato se verá alterada por la llegada de un niño muy especial. Va en silla de ruedas, no se comunica verbalmente, es «diferente» … sin embargo pronto, María y él se convertirán en amigos inseparables. María nos da una lección de humanidad y amistad inolvidable. A través de unas simples “cuerdas”, María consigue mover ese cuerpo paralizado y vincularse definitivamente a su destino. Con ellas y con la imaginación serán capaces de crear escenarios para marcar un penalti en una final de fútbol, viajar, hacer deporte, volar, bailar…
¿De qué están hechos los niños? ¿Cuáles son los ingredientes especiales que les hacen tan mágicos? ¿Cómo es posible no ver las cosas que ellos ven, y que viven con tanta intensidad? ¿En qué momento los adultos perdimos la percepción de la realidad tal y como la perciben en ellos? ¿Por qué dejamos atrás los valores casi intocables que los niños mantienen por encima de todo?
Porque les envidio tanto como les admiro, y aunque a veces me agotan, entiendo que sus ganas de vivir, experimentar, conocer, querer, y ser queridos, entre otras necesidades/deseos, les hacen estar hechos de una «pasta» digna de, como poco, respetar (tened en cuenta su fragilidad).
Partiendo del cortometraje que antes citaba, para mí los niños están hechos de …
Sin duda contienen una pizca de Imaginación que inunda cualquier rastro de superficialidad. Con la Imaginación son capaces de encontrar soluciones fáciles, y casi obvias a “problemas” que a veces los adultos complicamos o bloqueamos más de lo que a nosotros mismos nos gustaría. Gracias a ese maravilloso mundo en el que se encuentran en su infancia, consiguen evadirse de la realidad creando su particular barrera de contención; así María crea un mundo de juegos y aventuras en el que ella y Nicolás están al margen de todo.
Más de uno daría la vida por encontrarse de nuevo bajo ese halo ¿verdad?
Toneladas de Ilusión; derrochar ese manantial de alegría, espontaneidad, positividad, energía, … hace que vivan cada día como el único. Ellos no conciben el ayer o el mañana, solo entienden el hoy, el presente, el aquí y ahora, eso que tantas y tantas veces nos repetimos los adultos para conseguir vivir al máximo cada momento, y que tanto nos cuesta. Qué difícil nos parece en ocasiones, y sin embargo que sencillo les resulta a ellos. María se alimentaba de la ilusión de cada pequeño gesto o progreso que Nicolás le regalaba, y esa fuerza contagiaba al pequeño.
Kilos de Voluntad; me encantó ver a María día tras día, jugando, enseñando, compartiendo con Nicolás, sin ver los límites de su enfermedad; movida por la voluntad de pasar tiempo con él, convencida de su «inminente» mejoría. Es el querer hacer, lo que completa su motivación. Es increíble, no ver muros parar alcanzar una meta.
Igualmente cuando dicen que «no» a algo…. se sufre para llevarles a nuestro terreno, pero hay que asumir que ese lado también forma parte del juego.
Gotitas de Amistad que comienzan a aflorar; ¿Quién es tu mejor amigo? Siempre hay un mejor amigo para un niñ@, e incluso yo creo que “muchos” mejores amigos. Para ellos la amistad aún no está llena de experiencias tristes o alegres, o reforzada con incondicionales muestras de fidelidad, como en los adultos. Son amigos porque sí, porque juegan sin condiciones, porque no ven diferencias, porque no encuentran barreras raciales, culturales o religiosas, porque su lenguaje corporal y emocional transmite mucho más que cualquier otro, y especialmente por que parten de la base de quererse y ya está, no hay más vuelta de hoja. Es sincera. ¿Qué os parece la amistad que surge entre María y Nicolás? Para mí EMOCIONANTE.
Infinita Bondad; alguno se echará las manos a la cabeza con que todos los niñ@s no son buenos, pero vuélvelo a pensar. Todos los niñ@s nacen con una percepción del bien y del mal tan básica que no son capaces de diferenciarla hasta que no perciben modelos de comportamiento de los adultos, en los que de forma negativa o positiva, comienzan a tener un punto de referencia. Esa inocencia, ingenuidad y desconocimiento les hace estar completamente «rasos» en valores, expuestos por lo tanto, a favorecer la bondad que por naturaleza poseen, o por el contrario mermarla. Mucho tendrá que ver el entorno en el que crezcan.
Y por último, la dosis de Sensibilidad que algunos adultos ya no recuerdan haber poseído, y que sin embargo en María y Nicolás no da una leeción de vida. Inquietante y pura al mismo tiempo, hace que estén expuestos a todo los que les rodea percibiendo todo aquello que le permiten sus sentidos, e incluso algo más allá. De todos es sabido ese sexto sentido que de niños parece que todos hemos tenido, y que algunos hemos perdido y otros han desarrollado. Creencias a parte, yo comenzaba el párrafo refiriéndome más al lado emocional, el empático, el solidario, y por supuesto el que habla de la palabra Amor.
¡Ojo! con herir la sensibilidad de un niñ@ … para ellos cuenta tanto un «achuchón» como alguna acción que llegue a decepcionar o destruir todo aquello heroico y utópico que construyó alrededor del adulto (sea familiar o no). Sus sentimientos aún no están maduros para encajar «golpes», está creando su propia personalidad; todo es muy delicado; son personitas tan frágiles, que los adultos somos los que debemos tener tacto, capacidad de comunicación, paciencia, y demostrarles que en todo momento les queremos, y pueden contar con nosotros.
Quizá todos los niñ@s no estén cortados por el mismo patrón, pero por naturaleza estos ingredientes les une, y les hace así de especiales; lástima que algunos de ellos no tengan la suerte de ser reforzados en estos aspectos, y se vean obligados a sobrevivir dentro de ellos mismos, sin posibilidad de crecer y vivir felizmente.
Apostemos por hacer lo mejor por/para ellos sea cual sea nuestro papel en su vida, desarrollando esa «pasta» de la que potencialmente están hechos, para que en un futuro la mantengan, la mejoren, y la transmitan en su vida adulta.
Me ha encantado tu reflexión, no puedo estar más de acuerdo contigo!
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