Ilustración de cabecera: Noemí Villamuza, cuento «Me gusta».
La primera vez que escuché hablar sobre Acompañamiento Emocional, me pregunté…
¿Cuándo dejé yo de Acompañar?
Recibí a niños de 3 años a las puertas del colegio con sus familias, dedicando una sonrisa amable, expresando palabras de acogida, consuelo y seguridad, y deseando dentro de mí que no llorarán … ¿por su bienestar o por el mío?
Este era el momento de comenzar a Acompañar creando un vínculo.
El Acompañamiento Emocional persigue el que la persona desarrolle sus capacidades para lograr así, su autonomía e independencia, a través de un vínculo cercano y confiable, creado con sus acompañantes…
Por un lado, un vínculo donde la familia sintiera de verdad que yo estaba con ellos y con su hijo. Familias, que sin tener el idioma para comunicar sus miedos e inseguridades (en mi entorno se reciben muchas familias inmigrantes), que sin conocerte de nada, que sin haber visitado la escuela previamente… , te dejan a sus hijos. GRACIAS. Merecen que las acompañen, no sólo desde el momento del inicio del curso, si no desde el momento en el que nos encontramos en una primera reunión, entrevista o cruce por los pasillos con motivo de la matrícula, es lo mínimo que les podemos devolver por hacernos el regalo de dejarnos a su bien más preciado: sus hijos.
Informar, acoger, consolar, comunicar, escuchar, … acompañar, forma parte de la unión imprescindible que se debe crear con las madres y padres, que conscientemente o no, desean consolidarla, desean que les acompañes.
Contaminados algunos maestros de malas experiencias, a veces entramos en un bucle donde apartamos de forma mecánica cualquier ayuda, limitándonos a una relación que lejos de generar bases sólidas para el bien de la «vida» del centro, crea distancias a veces casi irrecuperables.
Acompañar… nunca lo sentí de esta forma, siempre prensé en colaborar, participar… pero ¿acompañar? va más allá.
Por otro lado, quizás el más importante, este acompañamiento se crea por algo, por alguien, por un bien común al que nos debemos tanto familias como maestros: el niño. Sin embargo, este es un reto que requiere preguntarnos (TODOS)…
¿Realmente nos ponemos en el lugar del niño?
Esta pregunta es vital como punto de partida para Acompañar Emocionalmente en la Infancia/ Adolescencia, conociendo a la vez muy de cerca, el desarrollo psicoevolutivo de un niño (necesidades, emociones, etapas de crecimiento …)
El Acompañamiento Emocional a un niño de entre 0 -6 años requeriría:
- Comprensión del mundo desde la mirada del niño.
- Reconocimiento, aceptación y amor.
- Responsabilidad.
- Diferenciación entre lo que es nuestro (adulto), de lo que es del niño.
¿Cómo podemos Acompañar?
Con el afán de desmenuzar los cuatro principios/claves/ideas/propuestas anteriormente señalados, propongo desarrollarlas más aún, con ejemplos muy del día a día.
Acompañamos…
- Mirándonos a los ojos; pues mirar a los niños desde «arriba» no favorece nada la comunicación ni la relación, y además nos perdemos un mundo fantástico que nos muestran gratuita y bondadosamente (no lo dañes, es casi irreparable).
- Hablando con un tono de voz relajado y transmitido desde la calma; suele mover «montañas» y evitar más de una situación de «crisis» de histeria que todo maestro ha vivido en clase (es difícil, yo entreno cada día, pero queda demostrado, y ¡ojo! hablar de forma firme no está reñido con este tipo de «dialéctica», si es necesario, adelante).
- Evitando emitir juicios de valor; mejor evitar tanto un juicio positivo como negativo, pues podríamos condicionar, y especialmente, crear una dependencia del niño hacia una continua aprobación del adulto… ¿qué función tiene eso a tan temprana edad? ¿queremos que los niños hagan las cosas por que realmente viven esa voluntad desde su interior o por que se la imponen los adultos desde el exterior? si tu alumno/hijo te pregunta si te gusta su dibujo/tarea/manualidad/construcción, es más sano y natural, responder ¿y a ti, te gusta? o si te preguntan ¿está bonito?, responder describiendo lo que ha hecho, sin más.
- Respetando sus momentos o espacios personales; la «jornada tipo» encorseta a los niños, limitando en horas y sesiones sus ritmos personales, los cuales quizás son pasados por alto… piénsalo.
- Evitando el refuerzo positivo; podríamos decir que está pasado de moda. El chantaje del adulto no lleva ninguna parte, y no funciona más que en la filosofía del «aquí y ahora», o en un corto plazo.
- Acompañando en el llanto; acepta sus sentimientos, y ten muuucha paciencia, pues es imprescindible dar un paso más, y distinguir entre un llanto de necesidad, de rabieta, o de desconsuelo.
- Evitando el machaque continuo sobre «compartir»; es la eterna batalla. Este concepto no forma parte de la etapa del desarrollo evolutivo correspondiente a Ed. Infantil, están en su momento más «egoísta» y «egocéntrico».
- Evitando intervenir en conflictos; mejor intentar que primero lo resuelvan «entre iguales», y valorar en qué momento deberíamos intervenir los adultos.
- Favoreciendo el juego libre; bien sea con más niños o solo. Obligar a los niños a jugar con otros, no es necesario, que sea él quien decida, a su tiempo, y en un ambiente adecuada (esto último sí es tarea nuestra).
- Promoviendo razonamientos claros y con un lenguaje que puedan entender acorde a su edad, diciendo siempre la verdad. ¿Mamá de donde vienen los niños? Una cigüeña los reparte por el cielo … ERROR 🙂
- Evitando comparaciones; sean entre hermanos, compañeros, primos… no ayudan, no son reales. ¿Te suena la frase «cada niño es un mundo»? Pues eso.
- Favoreciendo vivir las consecuencias de sus acciones, que será lo que les haga discurrir. Los castigos y los premios no los necesitan, necesitan libertad y límites (¿conoces el libro «Libertad y límites, Amor y Respeto» de Rebeca Wild? apunta!!
- Asumiendo que la vida de nuestros hijos/adultos no es la nuestra, y no la ha sido ni lo será, es suya. Las expectativas que se tienen de los niños son peligrosas, pues en ocasiones las «hazañas» que no pudimos hacer los adultos en nuestra infancia las proyectamos en los niños, y no dejamos que sean ellos mismos los que elijan, creándonos expectativas falsas y una posterior decepción, y sometiéndoles a presiones absurdas.
- Potenciando que las cosas las hagan por ellos mismos, por que ellos realmente deseen hacerlo conectándose así con lo que viven; es la principal forma en la que cobra sentido todo sus esfuerzo. Si lo hacen por que otros lo esperan de ellos… no llegaran a conectar con lo que están viviendo, y especialmente con el logro conseguido.
¿Podrías trasladar todo esto a tu relación con los compañeros, con tus familiares, con tus amigos? Esta actitud en la que la empatía, la comprensión, la bondad y el amor, está por encima de la impotencia, la rabia, la inquietud, el disgusto, o el enfado entre otros… personalmente, es una tarea ardua, pero no imposible… estoy en ello… y soy consciente de que hay trabajo grande por delante.
Poco más voy a añadir, excepto que habrá más de un artículo sobre este tema, intentando profundizar y concretar en cada una de las etapas del desarrollo… lo tomamos como una introducción 😉
Recuerda…
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